La lengua es una de las capacidades humanas sobre la que hay más tópicos falsos. El primero de ellos podría ser el de que los dialectos son formas corrompidas, desgajadas, separadas, diferenciadas, de la lengua, la variedad de prestigio, la normativa.
Nada más lejos de la realidad. La norma, el ideal de lengua artificial que solo sirve de referente a todos los hablantes de un mismo sistema, se habla en muy extrañas situaciones. En ellas, normalmente, los hablantes incurren en faltas a esta por desconocimiento.
Esa norma se crea fundamentándose con base en los dialectos, que es lo que la gente habla de verdad. Es decir, nadie, absolutamente nadie en la tierra, habla ninguna lengua normativa. Siempre hablamos un dialecto, o habla de la zona en la que nacemos o vivimos, la lengua oral.
Esto va unido también a la concepción de que hay zonas en las que se habla “mejor” que en otras. Es completamente falso. La zona, o lo que nos incumbe, el dialecto, no marca en absoluto la «calidad» del habla.
No hay ni una sola variedad lingüística que sea más correcta que otra, todas cumplen su función perfectamente: la comunicación. La expansión geográfica del español
De hecho, es importante saber que la lengua normativa no es más que una variedad creada a partir de otra con especial suerte: la lengua de la zona dominante y la variedad de esa zona que hablaba la élite social. No existe ningún motivo lingüístico para que la norma sea la que es, sino social y, con el tiempo, tradicional y estético.
El español o castellano nació en Castilla, por lo que no es difícil averiguar por qué el habla de esta región española, que corresponde más o menos al norte del centro español, es la más históricamente prestigiosa.
Tras expandirse por la Península, viajó a algunas ciudades de la costa norteafricana y a las islas Canarias. De ahí dio el salto a América, después Filipinas y, siglos más tarde, algunos enclaves de la costa africana occidental, principalmente el Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial. A día de hoy los países con más hablantes de español están en América.
El español del norte de la Península Ibérica
El español tiene infinidad de dialectos o hablas diferentes. Algunas de ellas se pueden subdividir en muchas otras, y no todos los especialistas están de acuerdo o coinciden en su división.
Además, hay que recordar que el habla no varía solo geográficamente, también socialmente y según el registro. Por lo tanto, lo que aquí leas sobre el español de tu zona puede no coincidir con tu forma de hablar. La lingüística, como cualquier otra ciencia, tiene dificultades para encontrar realidades incontestables.
Lingüísticamente, podemos considerar el norte de España desde Madrid hacia arriba. Por supuesto, hay muchas diferencias de una región a otra. Algo que todas las variedades tienen en común en la distinción entre el sonido de la letra <s> y el de la <z, ce, ci>.
El sonido de la <s> en esta zona de España es peculiar. Se pronuncia ápico-alveolar, es decir, poniendo la punta de la lengua en los alveolos, en la parte superior de los dientes superiores.
Es una rareza, solo compartida con el gallego, el catalán y algunas lenguas galoitalianas. Es también la de las hablas meridionales excepto el andaluz.
El español en Galicia
Es famoso el fenómeno de la geada, que consiste en pronunciar la /g/ oclusiva velar sonora (la de gato) como una oclusiva velar sorda (como la /j/ de jamón).
Este fenómeno tiene origen en el propio castellano. El gallego fue durante siglos una lengua desprestigiada, de gente rural (por desgracia, aún queda algo de ese estigma).
Así, los hablantes introdujeron este sonido, castellano y ajeno a su lengua, para castellanizar su habla y librarse de esa connotación socialmente negativa. El préstamo fonético del castellano pasó al gallego y de este volvió a pasar al español en palabras donde no le correspondía. Así, gato > jato.
El español en Asturias
Como en Galicia, el español de Asturias tiene influencia de la lengua autóctona: el asturleonés. Así, algunos hablantes, sobre todo mayores, no pronuncian el sonido fricativo velar sordo de la <j, ge, gi>, y pronuncian un sonido fricativo palatal sordo (como la <sh> del inglés).
El plural de las palabras femeninas no se hace en -as sino en -es, como en la lengua asturiana. Así, las lanchas > les lanches (pero la lancha, en singular).
Hay tendencia a colocar el pronombre en situación postclítica, es decir, detrás del verbo, cuando normativamente iría delante: fuime, comiolo, recójote.
El español en Cantabria y Castilla y León
El fenómeno más característico de esta zona central y noroccidental de la península es el laísmo. Esto es, la sustitución del pronombre de complemento indirecto femenino le por la. Por ejemplo la dije, en vez de le dije, las regalé un libro en vez de les regalé un libro.
Es típico de la Castilla y León rural la pronunciación del dígrafo <ll> con su valor original, lateral aproximante, hoy prácticamente perdido. Es el sonido de la grafía francesa <ill> o la <lh> portuguesa. Para hacernos una idea, suena casi como <li>. Lluvia se pronunciaría algo así como liuvia.
El español en Cataluña, Valencia y Baleares
El español de esta zona tiene una clara influencia de la lengua catalana-valenciana. Así, las oclusivas sonoras a final de palabra suenan como sordas: pub>pup, Madrid>Madrit.
El fonema /l/ se pronuncia velar, como en portugués, más atrasada en la cavidad bucal y cercana a una /u/. La vocal /a/ puede sonar cerrada en algunos puntos de Cataluña y Baleares.
Gramaticalmente, se usa mucho más el futuro simple que en el resto de la península, donde su uso es casi exclusivo para hipótesis. En estas zonas, por influencia de la lengua catalana-valenciana, sí se usa como acción futura con mucho más frecuencia.
El español en el País Vasco y Navarra
En el País Vasco y Navarra destaca el menor uso de los pronombres respecto a otras zonas de la península.
Ya se lo comió > ya lo comió
El diminutivo suele formarse, normalmente, en <-ico/a>.
Es divertido para el resto de hablantes de español el uso típico que se hace del artículo antes de papá/mamá. El papá y la mamá.
El español en el sur de la Península Ibérica
En este vamos a intentar explicar las peculiaridades de los dialectos del sur: castellano-manchego, extremeño, andaluz, murciano y canario.
El extremeño
Si colocamos en dos extremos las variedades de Castilla y las andaluzas, vemos claramente que en medio encontramos, tanto geográfica como lingüísticamente, dos variedades: el extremeño y el castellano-manchego.
El extremeño estaría más cerca del andaluz, y el castellano-manchego más cerca de las variedades del norte (aunque, claramente, no forma parte de ellas).
El extremeño pierde completamente las consonantes finales, sobre todo la -s en todas las posiciones, pero también la -r de los infinitivos o la -l.
Aparte de tener su vocabulario propio, como todas las demás áreas, un aspecto muy llamativo del extremeño (o castúo, término que se ha hecho popular en los últimos años) es el cambio de entonación en las oraciones interrogativas en la zona central de la provincia de Badajoz, incluyendo las capitales de la provincia y la autonómica: Mérida.
En español, como en todas las lenguas romances y en la gran mayoría de lenguas indoeuropeas, las interrogativas están marcadas por una subida del tono en la parte final. Así, en ¿Quieres café?, el tono asciende en la palabra café.
En la zona referida el tono no solo sube, sino que también alarga la última sílaba. Algo así como ¿quieres caféé?. No conozco ninguna otra zona del español que lo haga, es una exclusividad de la provincia extremeña de Badajoz.
El castellano-manchego
En la zona dialectal castellano-manchega se incluyen la zona de La Mancha (Guadalajara no forma parte ni de esta zona lingüística ni de La Mancha geográfica) y la mayor parte de la provincia de Madrid.
El andaluz y murciano
Voy a hacer una división poco académica pero que nos servirá para ahorrar espacio: andaluz occidental y andaluz oriental/murciano.
En estas tres hablas: andaluz occidental, oriental y murciano, la pérdida de la -s es total e influye de alguna manera en las consonantes que la siguen.
En andaluz occidental, se produce una lenición (debilitamiento), en andaluz oriental se produce una geminación (duplicación). Así, por ejemplo, en la secuencia los barcos, un andaluz occidental pronunciaría algo pareciado a loh farco y uno oriental lobbarco.
Se pierden todas las consonantes en posición implosiva, esto es, a final de sílaba. Todas.
En Andalucía occidental se usa el pronombre “ustedes” con la segunda persona del plural de los verbos: ustedes coméis.
Un gran mérito del oriental y del murciano es haber desarrollado una marca distintiva y única en todo el español para el plural.
Así, el andaluz occidental marca el plural exclusivamente por el artículo (que lleva aspiración o no), pero en Córdoba, Jaén, Granada, Almería y Murcia se abre la vocal. Esas hablas tienen, para algunos, hasta diez vocales, las cinco del español estándar más sus variedades abiertas. Estas últimas se usan para distinguir el plural y para diferenciar las segunda y la tercera personas del singular en presente de indicativo.
El seseo y el ceceo en España
El seseo, rasgo geneal del español (lo raro es la distinción <s/z>, exclusiva del español peninsular, o sea, absolutamente minoritario en el idioma), nació en Andalucía occidental, en un núcleo entre las ciudades de Cádiz, Sevilla y Córdoba.
i dividimos Andalucía en tres franjas de norte a sur, teóricamente el norte distingue entre <s/z>, la zona central sesea y la sureña cecea, pero la realidad es que en cualquier parte es posible encontrar las tres cosas, aunque en algunas sea más habitual algún rasgo concreto.
Se calcula que el 35% de la población andaluza distingue (en aumento), otro 35% sesea (en disminución lenta) y un 30% cecea (en disminución considerable).
Por esto, el andaluz es la variedad puente entre el español europeo (España, Guinea) y el atlántico (Canarias y América).
El canario
El canario es, de hecho, un habla ya considerada atlántica (aunque hay quien introduce un tercer tipo de español llamado africano, en el que estarían este y el guineano. Para mí, no tiene mucha lógica ya que estas dos hablas no tienen rasgos comunes suficientes para su agrupación).
El seseo es total, aunque hay algunos reductos ínfimos de distinción e incluso de ceceo. El uso de vosotros y su forma verbal está tradicionalmente perdido aunque en los últimos años se aprecia una revitalización. La pérdida de la -s implosiva es total y se mantiene, a diferencia de las hablas sureñas peninsulares, la aspiración incluso en posición final total. Es decir, frente a un andaluz los barcos>loh barco, un canario loh barcoh.
¿Hablas progresistas o innovadoras?
Las hablas meriodionales de España aportan una gran variedad y soluciones diferentes en la evolución del idioma que vino del norte. En un exceso de chovinismo, algunos las han catalogado como progresistas frente al norte conservador, “el español del futuro”.
Si bien es cierto que algunos rasgos, como la pérdida de la -s implosiva, avanza imparable hacia el norte, otros, como la aspiración de la h- inicial (humo pronunciado como jumo) es un rasgo conservador que se perdió en las hablas septentrionales hace siglos.
Las hablas del norte, por su parte, también aportan al español general que está por venir, como por ejemplo la confusión de los pronombres (laísmo, leísmo, loísmo), que, todo parece indicar, está en lenta pero firme expansión.