La historia del idioma español se remonta usualmente al período prerromano puesto que es posible que las lenguas prerromanas de la península ibérica ejercieran influencia en el latín hispánico que conferiría a las lenguas romances peninsulares varias de sus características.
La historia del idioma español se suele dividir convencionalmente en tres periodos: español medieval, español medio y español moderno.
El español es una lengua romance, derivada del latín vulgar, que pertenece a la subfamilia itálica dentro del conjunto indoeuropeo.
Es la principal lengua en España y 19 países americanos, y es oficial también en Guinea Ecuatorial y en el territorio disputado del Sáhara Occidental.
Es también llamada castellano por tener su origen en el reino medieval de Castilla.
Los textos más antiguos que se conocen en una variedad romance relacionable con el español actual son los Cartularios de Valpuesta, conservados en la iglesia de Santa María de Valpuesta (Burgos),11 un conjunto de textos que constituyen copias de documentos, algunos escritos en fechas tan tempranas como el siglo IX (en torno al año 804) y que cuentan con el aval de la Real Academia Española.1213
La historiografía tradicional consideraba como los textos más antiguos que se conocen en castellano a las Glosas Emilianenses, datadas de finales del siglo X o con más probabilidad a principios del siglo XI, que se conservan en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro medieval de cultura.
Sin embargo, las dudas que suelen surgir acerca del romance específico empleado en las Glosas hacen que las corrientes lingüísticas actuales consideren que no están escritas en castellano medieval, sino en un protorromance riojano, o navarroaragonés o castellano-riojano, según el filólogo César Hernández. Es decir, un «embrión o ingrediente básico del complejo dialectal que conformará el castellano», en palabras del investigador riojano Claudio García Turza. Junto a características específicamente riojanas, se encuentran rasgos presentes en las diversas variedades dialectales hispanas: navarro, aragonés, asturleonés y mozárabe.
Todo ello induce a pensar, como lo hicieron Menéndez Pidal (1950), Lapesa (1981), Alarcos (1982) y Alvar (1976, 1989) que, en realidad, se trata de un koiné lingüístico en el que se mezclan rasgos pertenecientes al castellano, riojano, aragonés, con algunos del navarro.
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